Pedro Ximénez La Cañada Pérez Barquero
Pocos vinos dulces alcanzan una combinación tan espectacular de complejidad y frescura. Un vino de gran nitidez, de alegría dulce, de estructura poderosa y recuerdos de acidez que llaman la atención.
Envejecido durante más de 25 años en botas de roble por el sistema de criaderas y soleras, su boca untuosa, cálida y elegante, nos resulta siempre un placer rico y gentil.
Aspecto: brillante. Muy denso, con marcado y persistente rastro yodado en la copa.
Color negro impenetrable. Tonalidades yodadas en los contornos.
Aroma: intenso, profundo y complejo. Mezcla muy evolucionada por efecto de la larga crianza de aromas primarios propios de la uva pasificada de forma natural, con otros desarrollados durante la estancia en la bota. Son perceptibles matices de frutos pasificados (uva, higos y ciruela) así como a café, cacao y maderas exóticas.
Sabor: dulce. Gran estructura en boca. Dulzor medido con elegancia. Denso, potente, cálido. Muy persistente. Elegante recuerdo de café y chocolate por vía retronasal.
Pasteles y tartas, chocolate, frutos secos, frutas escarchadas, quesos, helados.
94 puntos Parker.
96 puntos Peñín.